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MI SEGUNDA EXPERIENCIA PARANORMAL

 Recuerdo aún esa tarde fría, era los días de abril de aquel año del Bicentenario del Perú, exactamente un día 20, la luna reinaba en el cielo a pesar de su cuarto creciente, después de un tardía cena planeamos a dar una vuelta por el "Mirador" de la tierra de los Toritos Pucará, un lugar no muy alejado de la plaza de Bolívar, así que emprendimos el plan, pasamos por medio de la plaza donde aún algunos jóvenes compartían conversación entre risas y cigarros, pasamos por delante de la Iglesia Santa Isabel que lucía imponente con el brillo de la luna, sólo el campanario exclamaba con tristeza su oscuridad en silencio.

Entre la oscuridad y las calles, íbamos saliendo de la urbe el destino era claro alejarnos de la zona poblada, el lugar mismo nos exigía pues el Mirador se ubicaba a unos doscientos metros cerro arriba, nos esforzamos en llegar lo más pronto posible y tomamos una ruta corta, era pedregosa y peligrosa en la noche, pero parecíamos adaptarnos y en fin ya estábamos cerca, muy cerca que ya se notaba el panorama y aumentaba el silencio, sólo el aullido de algunos fieles amigos del hombre que se mezclaba entre las luces de los faroles amarillos.

Ya cuando se sentía la llegada vimos un bulto grande oscuro como que se movía, pero igual seguíamos avanzando y dando cuenta que eran personas, exactamente el personal de serenazgo que patrullaba el lugar, aún más complacidos de su presencia nos ubicamos para disfrutar la vista nocturna de Pucará, alistamos la cámara, limpiamos el lente y dimos el primer disparo y seguidamente muchas más, ya los serenos se aprestaban a retirarse del lugar nos dieron un vistazo con su linterna, descartando que no somos personas inescrupulosas y confiados ellos se marchan a seguir rondando.

Ya había pasado un cierto tiempo que nos acompañaba el viento y la soledad, aún consientes del frío entre las oscuridad tomaba mis apuntes de los detalles que expresaba el ambiente, no cesaba el aullido de muchos perros que con tristeza y melancolía anunciaban lo que iba pasar minutos después, ya corría los minutos de las once y media, yo revisaba algunos mensajes en el celular y de pronto mi acompañante me dice "Mira que es aquello" y señalaba el cielo, ahí me di cuenta y vi como una centella de luz, pero éste avanzaba con dirección al peñón del San Cayetano.



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